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La revolución del litio

El litio se convirtió en un metal muy codiciado por su uso industrial, en particular como parte de las baterías de vehículos eléctricos. El norte de la Argentina tiene importantes reservas donde la empresa especializada Eramine Sudamérica, subsidiaria de la francesa Eramet, desarrolla ambiciosos proyectos de explotación, con la premisa de tener en cuenta el ecosistema y las comunidades de la zona.

"Oro Blanco", "Revolución del litio", "Carrera por el litio"... Los títulos de los medios reflejan el protagonismo de este mineral, que se convirtió durante los últimos años en uno de los recursos que más interés despierta en el mundo, tanto entre las empresas como entre los países que poseen reservas, como la Argentina, y que aspiran a atraer inversiones. De acuerdo con un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), si bien el litio ya tiene varios usos industriales –como la fabricación de cerámicas, vidrios, caucho sintético y lubricantes o la elaboración de medicamentos– se trata hoy de un insumo crucial para fabricar las baterías de "ion-litio" para teléfonos celulares, computadoras portátiles, baterías para vehículos eléctricos e incluso para el almacenamiento de energías renovables. Por lo tanto, su demanda a nivel mundial no para de crecer.

El triángulo del litio

La Argentina, junto con Bolivia y Chile, integra el "triángulo del litio", región que concentra aproximadamente el 70% de las reservas de salmueras de este mineral a nivel mundial. Estas poseen niveles de concentración que hacen que su explotación sea más rentable en relación con otros depósitos. La Argentina se posiciona como uno de los países que más podría beneficiarse del creciente interés por este recurso. Esta realidad condujo a la empresa Eramine Sudamericana, la unidad local de la francesa Eramet, a explorar durante dos años antes de definirse en 2012 por el salar de Centenario-Ratones, en la provincia de Salta. La superficie total del yacimiento abarca más de 500 kilómetros cuadrados: se trata de una inmensa región desértica, ubicada a más de 3800 metros sobre el nivel del mar.

El depósito de Centenario-Ratones

Tras haber obtenido la concesión y los derechos mineros en 2014, y una vez aprobado el estudio de impacto ambiental y social, Eramine Sudamérica recibió en 2019 el permiso de explotación. Un equipo de profesionales trabaja en la provincia de Salta –así como también en Buenos Aires– para llevar adelante el proyecto, encontrando respuestas a los diversos planteos tecnológicos, de construcción y de logística que se le presentan. El objetivo en sí es
desafiante: reunir 525 millones de euros para invertirlos en el depósito de Centenario-Ratones, que contiene cerca de 10 millones de toneladas en recursos de carbonato de litio equivalente (LCE, por sus siglas en inglés) y permitirá producir 24.000 toneladas anuales de LCE en una primera fase, a un costo que se encuentra entre los más competitivos del sector. Las decisiones finales de inversión se tomarán durante el primer trimestre de 2020, una vez que se haya obtenido el financiamiento. En tal caso, la producción podría empezar a fines de 2021, generando exportaciones por hasta 150 millones de dólares al año.

Innovación tecnológica

Como parte de los trabajos a realizar, la empresa planea construir un ducto para transportar la salmuera extraída y piletas para su tratamiento, así como una fábrica cerca de la zona de actividad que usará un proceso directo innovador para extraer el litio contenido en la salmuera, desarrollado con el Instituto Francés de Petróleo y Energías Renovables. Dicho proceso, que difiere del método convencional por evaporación, se desarrolla en dos fases:

– el uso de un activo sólido para extraer y concentrar el litio, que es utilizado para captar dicho metal dentro de la salmuera; para mejorar su concentración se aplican dos procesos de forma sucesiva: nanofiltración y ósmosis inversa. 

– la purificación del litio, y su reacción con carbonato de sodio para valorizarlo bajo la forma de carbonato de litio. 

El rendimiento del proceso es mucho mayor por el proceso convencional y la empresa hizo especial hincapié en minimizar el consumo de agua dulce a través de su reciclaje (en un 60%).

Compromiso con la comunidad

La zona de explotación en sí suele ser habitada por "puesteros". Unos 50 kilómetros más lejos se encuentra el pueblo de Santa Rosa de Pastos Grandes, donde viven 300 personas. Desde el inicio del proyecto, un equipo de RSE de la empresa tomó contacto con los lugareños para organizar reuniones trimestrales de información e intercambio; implementar un programa de capacitación de observadores ambientales (en colaboración con la Universidad Católica de Salta); relanzar la cultura de la quínoa; armar una huerta orgánica para la comunidad; desarrollar un programa de integración y contratar mano de obra local. Se estima que se contratarán unas 700 personas para construir la fábrica, y otras 300 estarán integradas al sitio tras una formación adecuada.

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